California Domestic Workers Coalition

Mi nombre es Damaris Romero. Soy madre de un niño de 9 años, y soy una limpiadora de casas.

Me uní a la Colectiva de Mujeres de San Francisco en el 2018, y sigo organizándome con ellas por la dignidad y el respeto de las trabajadoras del hogar.

El trabajo doméstico es único: uno está aislado en la casa de un empleador, y es solo su palabra contra la de su empleador. Somos invisibles y muy a menudo maltratadas.

En un trabajo, trabajé 7 horas con una amiga, limpiando una casa grande en San Francisco. Al final del día, el empleador no quería pagarnos ni siquiera los $50 dólares que nos prometió. Eso ni siquiera es el salario mínimo. Después de que habíamos terminado el trabajo, llamó a la policía para asustarnos y no tener que pagarnos por nuestro trabajo.

Estaba aterrorizada, pero afortunadamente, mi amiga hablaba Inglés y pudo contarle al oficial de policía lo sucedido. Al final del día, el empleador tuvo que pagarnos. Este tipo de tratamiento no ocurre en todas las profesiones. Después de esa experiencia, nunca más quise limpiar otra casa.

Pero luego me involucré con la Colectiva de Mujeres y aprendí sobre mis derechos. También reconocí que el trabajo del hogar es un trabajo valioso, digno y que merece respeto.

Ahora, me organizo y defiendo a las mujeres que aún son invisibles y que aún no conocen sus derechos. Me organizo para empoderar a las mujeres para que tengan la información y las habilidades que necesitan para sentirse seguras y asegurar que se escuchen las voces de las trabajadoras domésticas.

Me organizo para demostrar que el trabajo del hogar es importante y que las trabajadoras del hogar merecen dignidad.