“El trabajo que hago hace posible que mis empleadores vivan sus vidas, viajen, y hagan su trabajo porque tienen la seguridad de que sus hijos están a salvo conmigo. Dejamos mucho de nosotras mismas, muchos años vividos, en nuestros lugares de trabajo como niñeras. Por eso la necesidad de nuestros derechos de salud y seguridad es real y es urgente."
Mi nombre es Norma Miranda y soy miembra activa de CHIRLA del Valle de San Fernando. He sido trabajadora del hogar durante 20 años trabajando como niñera principalmente y tambien limpieza de casa.
Mi trabajo como niñera es crear un ambiente estable y saludable para los niños que cuido. Este trabajo requiere mucha responsabilidad y cuidado porque en mis manos está la crianza de un niño. Me gusta brindar estabilidad emocional, buena comunicación, y salud y seguridad a los niños que cuido.
He trabajado con una familia en particular durante 16 años y la madre de la familia, mi empleadora, es médica. Comencé mi trabajo como niñera cuando los niños eran recién nacidos. Ahora los niños son adolescentes y yo me dedico a mantener el orden y hacer un poco de limpieza. Ya no los cuido día a día como cuando eran niños pequeños. El trabajo de una niñera es así, puede durar toda una vida, pero no siempre es a largo plazo.
Salgo de mi casa a las 4:30 de la mañana para tomar el primero de tres autobuses para ir al trabajo desde el Valle de San Fernando hasta Redondo Beach. Este ha sido mi ruta durante los 16 años que trabajo con esta familia, incluso durante la pandemia. Durante el pico de la pandemia de COVID no dejé de trabajar.
Aunque mi empleadora trabajaba en el sector de la salud, nunca me dijo que podía recibir una vacuna ni me proporcionó guantes o equipo de protección personal. Ella tampoco supo decirme: ¿Sabes qué? Tal vez no vengas a trabajar durante este tiempo por el bien de la salud de todos, y te voy a pagar.
Me vi obligado a seguir trabajando para mantenerme. Lamentablemente, conocía a otras trabajadoras del hogar como yo que perdieron la vida durante este tiempo. Hice lo que pude para reunir algo de dinero y comprarme desinfectante para manos, guantes, y mascarillas para protegerme en el trabajo. Todas las mañanas cuando salía de mi casa le decía a Dios por favor yo no. No soy joven y sabía que corría mayor riesgo debido a mi edad.
Me enfermé de COVID tres veces.
Notifiqué a mi empleadora y ella me dijo que cuando el médico me diera el alta podría volver a trabajar. Durante ese tiempo ella no llamó para ver cómo estaba o si me estaba recuperando. Pasé un mes sin trabajo y eso afecto mi salud mental porque tenía que pagar la renta, comida, y facturas.
Sentí que el amor, cariño y cuidado que dediqué como niñera no fue correspondido. El trabajo que hago hace posible que mis empleadores vivan sus vidas, viajen, y hagan su trabajo porque tienen la seguridad de que sus hijos están seguros conmigo.
Dejamos mucho de nosotras mismas, muchos años vividos, en nuestros lugares de trabajo como niñeras. Por eso la necesidad de nuestros derechos de salud y seguridad es real y es urgente. Estoy agradecida por todo el trabajo que las líderes trabajadoras del hogar realizaron con Cal/OSHA para crear las primeras pautas de salud y seguridad para nuestra industria. Necesitamos ser reconocidos y tener derechos como cualquier trabajador de este país.
Las guías nos ayudarán a educar a las trabajadoras y empleadores para prevenir lesiones y enfermedades en el trabajo. Pero necesitamos que se cumplan, razón por la cual continuamos luchando hasta que seamos incluidas en las protecciones de salud y seguridad.